lunes, 12 de abril de 2010

Hacia un encuentro

Era luna llena y escuché un aullido a lo lejos, mi piel ratuna se estremeció. Hasta entonces solo había oído cantar a los pájaros, croar a las ranas, algún balido y algún otro sonido que mis hermanas las ratas consiguieron decirme de que animal venía. Vivía al lado de un gran lago, verdoso cristalino, reluciente en luna llena como si todo el tuviera un aura. De nuevo escuche ese aullido, pero esta vez más cerca. Ya me habían avisado que no me acercara a los sonidos que no conociese, pero me entraba la curiosidad. Salí poco a poco de la madriguera, esperando encontrarme a lo lejos ese sonido. Me deslumbro la luz de la luna, fue como un rayo atravesando mis pupilas. Fui a esconderme detrás de una piedra, observando mi alrededor para no caer en garras de depredadores. Otra vez ese aullido, mi corazón latió más fuerte, el sonido estaba muy cerca, y lo vi, vi a ese animal bello bañado por la luz de la luna, y me miro, penetro mis ojos y araño mi corazón. Me quede petrificada encima de la piedra, observándolo atónitamente. Se acerco rápidamente a mí, no me moví, parecía que la piedra tenía savia o que mi cuerpo no reaccionaba. Olisqueó mi cuerpo, abrió sus fauces, tenía miedo de que me comiera, saco su larga lengua, me lamió, me agarró con sus dientes y me lanzó a sus lomos.