
Después de todo, el amanecer. Esa bella intensidad que aparece detrás de las Bardenas, dejando solamente la silueta dibujada, con esa oscuridad bañada por nubes anaranjadas y los cantos de los animales alimentando el nuevo día.
Pero faltabas tú, y si ya era bello observándolo sola, más aún hubiera sido que hubieras estado ahí, junto a mí, abrazados o agarrados de la mano, conversando, susurrando, besándonos, observando nuestro alrededor, sintiendo, ¡viviendo!