lunes, 24 de mayo de 2010

p.392 Los Pilares de la Tierra

<<...Tom recordó a Martha llorando de hambre. Sabía que no podía hacerla pasar otra vez por aquello. Y tampoco podía olvidar a su hijito, Jonathan. No quiero volver a abandonarlo, se dijo; lo hice una vez y sentí asco de mí.
Pero no podía soportar la idea de perder a Ellen.
-No te atormentes -le dijo ella-. No voy a recorrer nuevamente contigo los caminos. Eso no es una solución, pues estaríamos peor de lo que estamos ahora. Me vuelvo al bosque y tú no vas a venir conmigo.
Tom la miró fijamente. Quería creer que no iba a hacer lo que decía, pero por la expresión de su cara supo que lo haría. No se le ocurría nada más que decir para detenerla. Abrió la boca para hablar, pero no pudo articular palabra. Se sintió impotente. Ellen respiraba con fuerza, con el pecho palpitante por la emoción. Tom ansiaba acariciarla, pero tenía la impresión de que ella no quería que lo hiciera. Quizá no vuelva a abrazarla jamás, se dijo. Le resultaba difícil de creer. Durante meses había yacido con ella noche tras noche y la había acariciado con la misma familiaridad que lo podía hacer consigo mismo y ahora, de repente, le estaba prohibida y se había convertido en una extraña.
- No estés tan triste -le dijo Ellen. Tenía los ojos llenos de lágrimas.
- No puedo evitarlo -contestó Tom-. Así es como me siento.
- Lamento hacerte tan desdichado.
- No lo lamentes. Lamenta más bien haberme hecho feliz. Eso es lo que duele, que me hiceras tan feliz.
Ellen no pudo contener un sollozo. Dio media vuelta y se alejó sin agregar palabra.>>