miércoles, 23 de noviembre de 2011

Pensamientos fasciculados

Llaves de destrucción,
llaves que llamaron a tu puerta,
que fueron la suavidad de tu voz,
la llamada de emergencia de la vida
y aún así rechazó tu conciencia
otro peso más,
así que quien pidio ayuda se fue,
con las llaves ardientes en la mano,
sabiendo que
cualquier momento es bueno,
cualquier instante es el mejor,
se le podría llamar despedida
pero en la mente nunca murió.

La mente no paró,
construyo más de cien pensamientos
autodestructivos y los fue dando uno a no
saboreandolos desde la catástrofe,
desde el dolor,
desde la amargura,
desde la soledad,
desde la tristeza,
desde la autolesión.
Y pidio un poco de dolor
y el frío filo es lo que aterrizo
en antiguas cicatrices de tormento.
Siguieron fluyendo uno detrás de otro,
cambiando recuerdos agradables,
por momentos desagradables,
e incluso atraviendose a trasgiversarlos,
haciendo de sonrisas y risas
lamentos muy amargos.

El sufrimienrto,
la parte roja que ataca al subcosciente,
haciendole retorcerse de dolor,
dolor irracional, pocas veces vivido
y otras muchas más:
miedo,
solo pensado.


Solo un mero pensamiento
que quiere desaparecer.