jueves, 11 de febrero de 2010

latidos nocturnos

El olor a carne en estado de putrefacción me llegaba hasta el hocico. Olisqueé en los contenedores próximos, solo había pescado y unos gatos se peleaban por las sobras. Avance unos pasos más, no se cuantos, no existía la exactitud desde que daban las tres de la mañana, me convertía en mujer loba hasta el amanecer. Continué hasta unos contenedores próximos, escuchaba tres latidos, el mío, el de un gato que salió huyendo y un tercero. No sabía que era, así que empecé a buscar. Olia a sangre fresca... que rico aroma... busque como mis patas podían y escuche un llanto. Quería devorar aquel llanto. Destape un trozo de tela, y ahí estaba, una criatura manchada de sangre. Tuve que luchar con todas mis fuerzas para no comerme ese bebe, para no lamer su sangre. Me puse la capucha larga y negra y corrí con todas mis fuerzas para alejar la criatura de mí, dejándola en un lugar donde pudieran atenderla. Arañe el timbre de guardia del hospital. Otra vez me vino ese olor tan irresistible. Abandone el ser y me fui al río a beber. Contemplaba los peces saltar y de vez en cuando sacaba las garras para cazar, aullaba con tristeza.

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