martes, 13 de abril de 2010

Un cambio de otra vida

Sin pena, fuí a recoger los trozos que faltaban del cuerpo, mirándolos con frialdad, sin querer sentir algo por ellos. En esa situación aunque hubiera querido sentir algo no hubiera podido, el corazón de años atrás ya no tenía esa sensibilidad, ya no se enternecía ante un beso o una caricia, ya no sentía pena por un cuerpo mutilado, ya no le jodía la vida porque la vida paso a ser parte de la jodida realidad. Así, como un arma de matar iba por la avenida, realizando el trabajo que más me gustaba hacer, recolectar después de un atentado cuerpos, trocitos de piel y huesos. Con delicadeza cogía el trozo con mis guantes blancos, lo examinaba y ayudada de las pinzas lo metía en la bolsa de plástico. La gente lloraba, maldecía a sus dioses la tragedia. En mis adentros pensaba palabras nada alentadoras.
Hace años que morí, por eso mi frialdad es parte de esta otra vida. Alguien que me amó, sin ocurrírsele otra idea mejor, me levantó de la tumba. Dióme sus pociones, cometidas por bellas atrocidades, consistían en corazones y cerebros de otras personas licuados, y así levante, sin sentimientos para la vida. Él me abandonó porque decía que había creado un ser totalmente distinto al que conocío, y aquí estoy, escribiendo estas palabras a la vida.

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