viernes, 18 de junio de 2010

Gritar su nombre al viento...

Los atardeceres son largos y en dos horas y media no llego a alcanzar el sol ni las montañas que mis ojos contemplan, solo veo conejos huir despavoridos por una bici solitaria quemando caminos. Un trío de plumas hace piruetas en el aire a la vez que un ave rapaz roza el agua sin capturar su presa. Los coches rabian motores delineando la imperfección de las curvas, rompen el sonido de la tranquilidad mas los animales parecen estar acostumbrados a la velocidad, al sonido del deslizamiento de las ruedas, a los pitidos vespertinos y a los golpes desparramados.

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