¿Fue de su mejilla, pensó, de donde recogí la semilla?
El hombre asintió.
Creyó que el corazón le daba un vuelco y se agarró con más fuerza a las ramas.
- Soy yo.
Se quedaron juntos en la copa del árbol. Esperaron a que las nubes disiparan y, cuando lo hicieron, vieron el bosque... >>
Extraido del cuento que dejo Max Vandenburg a Liesel.
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